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viernes, 30 de mayo de 2008

Con la capacidad de ser, amar y disentir...¿bravas o retadoras?

He de confesar que lo primero que disfruté es que este texto me lo mando un ex , luego confieso que estoy clara y serenamente de acuerdo. También cuando le respondí a este amigo le dije, que le mandaría este correo a unas cuántas mujeres bravas, unos cuántos hombres valientes, y por supuesto que no dejaría la oportunidad de enviarlo.......al azar.
De todas, todas, les cuento que me dedicaré a medir las reacciones, pues el tema me parece parte de las conversas diarias con y sin vino de un montón de mujeres en trance....
Yo elogio sin duda a quienes inteligentemente saben sopesar.
Hoy decidí publicarlo, y medirlo...




Elogio de la mujer brava

Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Por: Héctor Abad


A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

Vamos hombres, por esas mujeres bravas!!!!!!!!!!!!!

domingo, 18 de mayo de 2008

No aplazar

El tarot me habla de no aplazar, y recordé lo de no procastinar. Ciertamente el sentimiento que hay es el de la toma de decisiones, triviales o trascendentes, pero asumidas.
Luego aparece Mahamudra como la complitud a través del sexo, pero sin depender de él, en un orgasmo infinito.
Trabajo, por delate.
Vuelta, respiración, sentir...creo que haciéndole caso a Osho decreto ya 24 horas de aceptación total. No es fácil, pero es posible y tremendamente movilizador.
No juzgaré, solo viviré lo que esté de este minuto hasta el mismo de mañana, que ya no será el mismo jamás.

sábado, 10 de mayo de 2008

Me fui pal´ monte buscando guayaba

Y encontré lo que siempre en mis viajes, en esa vuelta que relata Clarisa Pinsakola, en ese regreso a mi yo salvaje. La salvación, el refrescarse, el encuentro con la intuición, con la loba, la vuelta a la piel de foca, la risa incontrolable, y el llanto sanador.
Para más, se corrió como nunca el velo de maya. Lo que eran verdades ciertas, y defendidas, por alguna fase de mi alma resuelta a no soltar, se cayeron. Gran estremecimiento. Pero qué bueno.
Todo eso y más lo hace en mi vida la vuelta a la Sabana. Desde hace un buen tiempo la Gran Sabana significa para mi cambios y crecimiento.
Allí he sido madre, profesional, mujer y amante. Allí como ahora, la fuerza de una caída de agua en mis hombros me lava las penas y me reconforta para seguir el camino.
Allí oro parada, manejando, al vaivén del fogó, comiendo carne que llora, o simplemente mirando...es la plenitud de la que Osho habla, medita siempre, siempre que hagas algo con complitud.
Allí me miro, y veo mis propias tradiciones, mi propia familia.
De repente me reconforto al ver tanta gente querida. Se siembra eso también.
Compañeros de trabajo, las maestras de mis hijos, los señores de la panadería, la gente de lo locales, mis amigos, todo tan familiar.
Todo a la vuelta de la esquina.
Visité mi casa. La olí, la respiré. ¡Cómo me extraña!, casi me lo dijo a gritos. Cómo me enfrentó esta casa a todos mis temores.
¡Recuerdas mami!: "¡Yo! tener muchachos, matas o animales jamás".
Y allí me ví con mis dos sueños, criando, con perros, gatos y culebras, todos a mi cuido, jejejej. Y un día, mis manos tocaron la tierra y fue como nunca antes, luego las flores, y los colores me sedujeron.
Desde esa casa forjé sueños de luz. ideé como ver el Roraima desde mi comedor, para que mi desayuno fuera el punto más alto del climax cotidiano.
Claro de Luna, le puse, en pemón Kapuy Wiyü.
En ella aprendí a ser soltera otra vez....tarea agradable.
Y como contrapeso su imán para las reuniones tabernosas era inobjetable. De antología.
Punto a parte ...El Paují
Más allá de Santa Elena, unos 62 kilómetros de espesura y antigüedad más, aún más cerca del cuaternario está el Paují. Estoy ligada cósmicamente a este lugar por muchas razones que reconozco, pero por muchas más que nunca comprenderé. Pero siempre vuelvo, siempre es mi fiesta particular.
Mi cuento de hadas comenzó a los 13 cuando mi guapo vecino de 18, un suizo llamado Martín, me ponía a fantasear cuando con su familia partía desde Maracaibo a un lugar insospechado, la Gran Sabana, El Paují. Yo trataba de hacerme la idea de ese espacio, en que mi amor platónico se quedaba semanas, y para el que tenía que organizar su familia un despliegue de logística descomunal.
Luego a él y a su familia los he visto allá. Qué decir que eran un preludio.
Más tarde ya viviendo en Santa Elena, mi programa de radio empezaba a repuntar, y recibí de Hugo y Carlucho mi primera invitación a conocer la comunidad, era la fiesta del no tiempo del calendario Maya, y de inmediato me vi fascinada por la teatralidad de esos seres, y el misticismo adolescente de sus vidas, tan desprendido de mi misticismo de razón y agarre.
Fue mágico, y fue trascendental, cómo un arkano mayor del tarot, cómo un fuego sin control. El Abismo, ese punto donde el quiebre del macizo pareciera gritar y chocar contra un verde imperturbable y conquistador, contra la selva, contra el sur del sur; me dosmesticó...me dió de comer...mi vista se sació, mi alma voló y volver es irrefrenable.
Muchos fines de año seres queridos de otros tiempos y otras latitudes, de otras dimensiones como Grecia fueron allí mi compañía.
A Beni le encantaba escaparse conmigo a este lugar.
A Marielis, la dueña de Maripak le debo momentos de momentos, anécdotas de anécdotas, y esa sigilosa complicidad de la mujer en manada.
Ahora con Mary y Edoalis en ese espacio, se que siempre soy bienvenida y protegida allí.
En este último viaje, luego de ese llanto purificador encontré como siempre la contraparte, la fiesta.
Ni mandado hacer...Fidel, Carlos Machado, Edgar, Lisbeth y su familia. Guitarras, voces, amigos de otros países....OHHHH no puedo dejar de pensar que en otra vida fui regente de un bar culturoso......jejejeje de una taberna de soñadores, y canté y bailé, y serví y bebí ron al son de las cuerdas y a la luz de las velas, siempre alegre, siempre de amplias caderas, siempre mujer fuego y tierra, siempre de esa especie de preñadas eternas de la vida, con partos tan bonitos, tan reales, tan etéreos que son el tránsito entre el cielo y la tierra.
Fue un viaje corto, intenso y sanador......para abrir esta mi nueva etapa.